El castillo de Baños de la Encina |
(Andanzas y pitanzas del Maestre de la Cuchara de Palo)
Uno de los paisajes más bellos
de la provincia de Jaén es, sin lugar a dudas, el que rompe el horizonte con
milenarias torres almenadas. El Jaén de los castillos donde sigue anidando la
lechuza machadiana volando desde olivar, en el que aún se presiente el suspiro
de una princesa cristiana raptada por un moro noble, o donde, a la caída de la
tarde, aún siguen oyéndose los lamentos de quien por unos ojos verdes de mujer
perdió un reino y toda la esperanza de reconquistarlo.
Tanta piedra rezumando leyendas, que este andariego impenitente
se queda extasiado ante el paisaje hecho historia, y apoyado en una encina para
tomar un respiro, otea una y otra vez los horizontes almenados para mayor goce
de sus ojos, mientras la mano a ciegas busca en el fondo de la talega otros horizontes
almendrados para después de la comida y antes del sueño.
A Jaén la llamaron los moros Yayyan, y también Geen,
que quiere decir lugar de paso de caravanas. Y de ser una pequeña villa
que los romanos llamaron Aurgi fue creciendo a la sombra decadente de la
populosa Mantisa, hoy conocida por La Guardia.
En Jaén el
caminante cierra los ojos un momento para inventar paisajes, y será entonces
cuando le lleguen desde el siglo XII los rumores de una caravana procedente del
Kuzistán desde donde traen el mejor azúcar. Afinando el oído llegarán los ecos
de otra caravana procedente del Beluchistán cargada de khanyendi, un
azúcar que puede masticarse. Y desde Djundishapur, la ciudad asiática de las
herencias científicas, llegará a los territorios de la Cora de Jaén el tabarzad,
o azúcar cristalizado.
Azúcar, almendras, clara de
huevo a punto de nieve y miel, la herencia de moros y moriscos, que celebraban
la ansara sumergiéndose con sus caballos en las aguas de los afluentes
del padre Guadalquivir a la espera del rocío de la mañana. Era la noche
mágica que a los cristianos nos llegó bajo la advocación de San Juan Bautista.
Este viajero abre los ojos y sigue su camino hacia los
cerros de Úbeda, a la búsqueda de los placeres sencillos: buñuelos de azúcar y
almendras, impalpables como el aire.
(@suarezgallego)
Artículo publicado en el Diario
JAEN el 27 de agosto de
2013, dentro de la conmemoración del número 25.000 de Diario Jaén.