Hace unos días, he tenido la satisfacción de presentar en Canena el libro
que recopila su recetario de cocina tradicional, una obra coral de la
Asociación de Mujeres “El Cerro”, presidida por Mari Ángeles Molina Godoy y que
culmina un trabajo ilusionante de varios años en el que ha quedado patente no
sólo el interesante compendio gastronómico de Canena, sino el buen hacer
colectivo de la asociación que lo ha hecho realidad.
A la
cocina desde sus raíces populares, y a la gastronomía, desde sus aspiraciones
intelectuales, se les ha tenido, hasta
no hace mucho, como las cenicientas del acervo cultural, tal vez por la resistencia
que ha mostrado siempre lo que podríamos denominar como la oficialidad culta a reconocerle una mínima pátina de Cultura (con
mayúscula) a todo lo que huela a lúdico y popular. Los motivos de esto habría que buscarlos en
la herencia judeocristiana que conforma nuestras entretelas culturales, que nos
presenta la vida como el “valle de lágrimas al que hemos venido a sufrir”,
donde todo lo susceptible de producir placer, o es pecado, o está prohibido, o engorda.
Es la sempiterna confrontación dialéctica del hedonismo “pecaminoso” versus la penitencia “jorobante”.
La
gastronomía tradicional, hoy por hoy, en el que la oferta turística es cada vez
más amplia y la motivación de los viajeros para elegir un destino puede deberse
a atractivos singulares y propios de la cultura de cada territorio, reclama su papel
como patrimonio cultural en el que los sabores acuñados en los fogones anónimos
de nuestra historia compiten en legitimidad cultural con los paisajes
renacentistas perfilados por Vandelvira, por ejemplo. No es menos patrimonio
cultural de Canena sus tradicionales “tortas doblás” de la festividad de Todos
los Santos que el impresionante castillo renacentista que la preside.
Trabajos
como el libro “Degustando Canena” no sólo enriquecen nuestro patrimonio
cultural, sino que nos permite descubrir en todos sus matices la emoción que
produce desgranar los sabores que guarda cada paisaje. A fin de cuentas la
gastronomía tradicional no es otra cosa que la Historia que puede paladearse.
Publicado
en Diario JAEN el martes 16 de julio de 2013